Es agosto de 1969, Miles Davis viene hace un par de años experimentado con instrumentos enchufados y esa extravagancia jazzera le reporta invitaciones a eventos como el histórico Festival Isle of Wight. Todos los grandes del rock están ahí, desde The Who hasta Jimmi Hendrix, pasando por The Doors y Jefferson Airplane, y llega el turno de Davis, quien ofrece un largo trance hipnótico en formato rock sincopado dejando chicas todas las drogas consumidas por el público del lugar. Luego de 40 minutos seguidos de música la banda por fin deja de tocar, Davis baja su trompeta, toma su pequeño bolso y sale del escenario casi indiferente por lo que estaba pasando, sólo que antes de bajar da media vuelta, observa y las cámaras alcanzan a captar el más genuino y visionario gesto de todos los que entregó en vida el gran trompetista de Illinois: con una leve sonrisa en los labios, Miles observa por fin lo que ha dejado, una vez más, para la historia, otra gran revolución musical, él (que ha cambiado ya 2 o 3 veces la historia del jazz) lo sabe y en su mirada se adivinan las palabras que sólo la soberbio desmesurada de un genio como él podría permitirse decir sin equivocarse: “Ahí tienen, prueben ahora un poco de esto”. Mientras tanto abajo, 500 mil personas han escuchado por primera vez Jazz-Rock, pero aún no lo saben, sólo atinan a salir poco a poco del trance y gritan y aplauden hasta romperse las manos. Una vez fuera del escenario, un confundido productor le consultó al músico alguna referencia de lo que había hecho (género y nombre del tema). “ Call it anything” (Llámalo como quieras) le respondió Davis, y así quedó, para el video, los créditos y la historia, el momento donde el genial trompetista no sólo abría una nueva y fértil corriente musical , si no que además decía adiós definitivo al jazz tradicional y se ubicaba ahora también, como no, en la cima del buen rock.

Miles parte el jazz en dos (una vez más)
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