Yo no conocía el sentido del infinito, hasta que comencé a contar los días esperando por tu regreso. Hasta entonces, todo el dolor del mundo era tan sólo una expresión. Podría consolarme y buscarte en la mirada de nuestros hijos, pero siguieron tu convicción y también tu macabra suerte. Han pasado los años y sigue siendo esta la hora más triste, en esta casa con sillas vacias y retratos incompletos. Es cierto que renuncié a encontrarlos vivos, pero jamás a encontrar la verdad y la justicia. Porque por uds siento que muero un poco más cada dia, pero por uds sigo viva. Los seguiré buscando toda mi vida, en este plano y en otro. Y algún día saldrán del odio donde los tiraron, y yo vendré del amor intacto que guardé para uds. Nos volveremos a abrazar y ahora para siempre, donde no alcance la garra de los verdugos, lejos, muy lejos ya de aquel doloroso abril y silencio.
Dedicado a Ana González González (1925 – 2018)
Imagen: La Tercera