La bancada UDI logró que los parlamentarios sean sometidos cada año a unos test de drogas. Ganaron por 108 votos a favor, cero en contra y tres abstenciones de los RD Jorge Brito y Catalina Pérez, además de Pepe Auth. ¡Nadie en contra! Como en Corea del Norte.
Conviene quizá recordar que lo que ingiere, digiere, inhala o evacúa una persona adulta es cosa de esa persona, y de ninguna otra. Pertenece a su privacidad, a su dignidad individual. De otra manera nos metemos sin autorización en el cuerpo de los demás, lo forzamos, y el cuerpo es algo muy personal, único, que merece respeto.
La doctrina católica tradicional considera, como la UDI, que no hay para qué respetar a las personas, que nuestro cuerpo no nos pertenece: muchos obispos han prohibido las actividades eróticas, aunque a menudo sin practicar lo que predicaban. Los esclavistas creían que los cuerpos de sus esclavos les pertenecían no a ellos, sino a sus amos.
Atropellando la privacidad y dignidad corporal de los demás, los curas –no se sabe por qué– han luchado durante siglos contra la masturbación, el bikini, el aborto, los anticonceptivos, el baile, el divorcio, la homosexualidad, el arte erótico, la muerte asistida y el erotismo en general. Fomentaban en cambio el ayuno, la abstinencia y los cilicios.
Esta indicación conseguida por la UDI, de paso, apunta a la idea de que a los parlamentarios/as les fascina la droga ––además de la corrupción, la flojera y la mentira. Diciendo sin decirlo que la democracia sobra, y sería mejor que ejercieran el poder directamente los más ricos y poderosos sin tantos diputados ni cores ni comunismos raros: lo que teníamos con Pinochet. Una idea que mucha gente comparte. La discusión comenzó en el siglo V a. c. en Grecia, y se mantiene viva hasta hoy. Ya, a hacerse el test de drogas, y sobre todo Pepe Auth.