No tengo en la memoria muchos libros autobiográficos que además de entretener estén bien escritos. Algunos de hecho ni siquiera entretienen. El género ha envejecido mal y quizás nunca maduró si no para transformarse en una parodia de sí mismo debido a los excesos de vanidad y fetichismo, a la carencia de vértigos y literatura. Igual la cosa siempre se puede poner peor y ahí están todos esos proyectos comerciales por encargo, tomando total distancia del espíritu de sus protagonistas. Casi un servicio administrativo.
En este sentido, hay dos grandes aciertos de entrada en «N.N. Recuerdos de un amigo del caos». Uno es que en rigor evita o anula lo biográfico como lo conocemos y segundo es que está muy bien escrito. No es novedad. Prieto no es novato ni en la escritura ni en los libros. Las letras que aportó durante su paso por Los Miserables siguen siendo lo mejor del repertorio histórico de la banda, pero además están sus obras solistas y ahora con CAIN. Y claro, sus tres libros anteriores, uno de los cuales se quedó incluso con un Premio Marta Brunet. Todo ese arco lírico marca un trayecto que es posible seguirlo aquí en una hebra hacia toda su creación artística, la que incluye pinturas, dibujos, canciones, collages y por supuesto textos.
Estas memorias no lo son del todo. Ya el título lo advierte y no sólo como recurso editorial. Son recuerdos. Deja de lado fechas, ciertos nombres y el rigor de almanaque. Aquí no importa contarlo todo porque así no se escriben las grandes historias. Esto es al revés. Es partir desde lo cotidiano. Fijarlo como el catalizador de algo superior. Opera la memoria y sus caprichos. Unir las piezas de una historia que fue descubriendo y se fue contando primero así mismo. Entonces traspasa el género. Encuentra la crónica y el cuento.
Prieto va por su vida como por un barrio que fue creciendo y abarca distintas ciudades y tiempos. Pasa de protagonista a testigo. Toma distancia y compromiso. No juzga, más bien presenta lugares, amistades y circunstancias. La sinceridad y las confesiones (propias de todo libro testimonial) transitan entre lo lúdico y lo relevante: el mismo muchacho que se moría por imitar a Elvis terminó militando en el FPMR y entonces era mejor que su madre le descubriera los pitos y no la pistola. Todo eso está contado sin mayores énfasis, como si de posteos se tratase. Sin caer en la recarga estilística de lo literatoso, como debe ser de una vez por todas este noble y viejo oficio de narrar.
Y es porque en definitiva NN es una falsa biografía a modo de un sorprendente conjuntos de relatos verdaderos. Parte de la historia de un hippie sin experiencia musical que llegó a ser la voz, el rostro y la escritura en una de las bandas punk más importantes de nuestra historia. Un hippie punk. Con chalas en vez de bototos, collares en vez de cadenas y eternos dreadlocks en vez de mohicanos. Que teorizaba sobre el origen de la violencia, cantaba el caos como respuesta, criticaba la ortodoxia de la escena, exigía derechos para la mujer, proponía el amor como solución y que finalmente, en el periodo más exitoso del grupo, lo dejó todo para irse a vivir solo entre las montañas del Valle de Elqui a escribir libros y canciones infantiles. Si, nada muy original tampoco, salvo que ocurrió en el Chile de los noventa, con los prejuicios y los paradigmas de un país todavía en la medida de lo posible. Por ello el libro se vuelve tan contingente. No son sólo parte de las memorias de Prieto. Entonces las cosas se vuelven más interesantes.
Son también las memorias prematuras de toda una generación, aquella que terminó atrapada entre el under y lo oficial, en un Santiago tantas veces al filo; en los 90, esa década que mordió a su gente a punta de arcoiris y traiciones. Son los diarios abiertos de una juventud que poco a poco se fue quedando sin espacios de participación ni lugares de expresión. Medios y espacios culturales fueron cerrando o derechamente mandados a cerrar. NN es también el testimonio de aquel fracaso, de toda esa revolución que tampoco fue televisada.
Retrata la inquietud y convicción de un artista que nunca se sintió muy cómodo en ninguna parte y que rompió con la ciudad al no poder romper con los paradigmas de ella. Este libro es la forma de dejar atrás todo eso. Pero no a la manera de la abjuración si no para seguir adelante. Como se fijan las buenas fotos a una pared en vez de cargar con ellas para todos lados. Siempre estarán ahí. Es una historia que es también la historia de muchos y aquel gesto convierte a NN en un álbum familiar de aquellos que se encuentran después de 20 años con fotos desgastadas por un tiempo que nadie cuidó. Todos nos reconocemos ahí. Fotos, canciones y palabras como a un paso del olvido que en definitiva nunca llega, porque para eso está la memoria y por sobre todo la buena literatura.
NN: Recuerdos de un amigo del caos
Álvaro Prieto
Santiago Ander; 2021