Retomo al vintagero Will Durant, cuyos tomos de historia empastados en tela verde y sobrecubiertas de colores sobrios andaban por mi casa cuando yo era niño.
Durant fue un divulgador de historia y de filosofía, norteamericano, y socialista, cuando esas cosas ocurrían, en los tiempos de Roossevelt conoció su máxima fama.
Lo primero que disfruté fue su capítulo sobre Séneca y en contra suya, la verdad es que Séneca es un autor que me disgusta y al que todo el mundo dice amar. Durant lo retrata sin saña como lo que al parecer fue: un ministro de Nerón que mientras se enriquecía mezclando política con negocios usurarios, predicaba en sus escritos la austeridad y la vida simple del estoicismo.
Will me sorprende gratamente también con un párrafo acerca de cómo Octavio Augusto se consolidó en el poder imperial tras casi 30 años de guerras civiles, y consultó acerca de qué hacer con sus amigos Agripa y Mecenas:
Como, en opinión de los tres, todos los gobiernos eran oligarquías, el problema no podía presentárseles como una elección entre monarquía, aristocracia y democracia. Tenían que decidir si, en las condiciones dadas de espacio y tiempo, debía preferirse la oligarquía bajo una forma monárquica apoyada en el ejército, o bajo una forma aristocrática enraizada en la herencia, o bajo una forma democrática basada sobre la riqueza de la clase mercantil. Octaviano combinó todas esas formas en un ‘principado’.
Uno ve gran similitud entre eso de que ‘todos los gobiernos son oligarquía’ y la situación actual del mundo, parece haber unas democracias pero queda claro que en los temas relevantes, es decir la economía, el poder militar, el trazado de fronteras, los medios de comunicación y la tecnología de punta, no tenemos mando alguno, obedecemos las personas del país y del mundo a unas oligarquías que ni siquiera sabemos con precisión quienes las componen, y sobre la cual las instituciones democráticas no tienen ningún control. Puede que sean los trillionaires, o quienes egresan de los cinco colegios top de Chile, o la gente de apellido, o directamente los grandes holdings multinacionales, quien sabe.
De ahí que lo que la gente quiere no es más democracia, sino dentrar a formar parte de la oligarquía, y para eso hacen deporte, ponen a los niños en colegios privados buscando relacionarlos, persiguen el éxito y tratan de vivir en barrios pirulos o ir a restaurantes selectos, o si no a la peluquería donde van la Ximena Rincón o don Francisco, ellos están a punto de ser oligarcas.