Gräns (Ali Abbasi, 2018), distribuida en castellano como “Criaturas fronterizas” y en inglés como “Border”, es una extraña e interesantísima película coproducida por Suecia y Dinamarca. Se trata de la adaptación del cuento homónimo del escritor sueco John Ajvide Lindqvist, el cual intervino en el guión, junto a Elisabetta Eklöf y el propio Abbasi.

           Su género híbrido combina elementos del célebre (y oscuro) policial nórdico, con temas esenciales de la literatura oral y escrita de todos los tiempos: el romance y la subjetividad de seres estigmatizados por una sociedad determinada. Gräns es, en este último aspecto, una propuesta jugada, fuerte y a la vez sutil, que junto con abordar las complejidades de una apariencia y una sexualidad que no encaja con los cánones, también explora la posibilidad de una diversidad negada en cuanto a la forma de vivir el cuerpo y de relacionarse con la naturaleza. La trama es especialmente sugerente respecto a la negación cultural de modos de vida antiguas que el cristianismo y la posterior industrialización han tratado de negar y suprimir.

               La historia utiliza referentes mitológicos pero bien puede aludir a la experiencia de sujetos desgarrados, de personas que crecen al margen de una historia suprimida, intentando calzar en una sociedad que ha puesto un velo sobre una masacre genocida, condenando a quienes descienden de estirpes diezmadas al permanente sentimiento de cargar con una “deformidad”, de ser anormales, de ser “horribles”. Un desasosiego que no cesa hasta descubrir la verdadera historia y explicar así la aparente anomalía.

          Gräns nos presenta ante el viaje de descubrimiento interno de la protagonista, el recorrido hacia su individuación, con todos los elementos simbólicos característicos, conjugados inteligentemente en clave contemporánea. A esta experiencia contribuyen, además del argumento, el guión y la dirección de arte, las actuaciones, especialmente las de Eva Molander y Eero Milonoff.