Leer este tipo de antologías (hay varias valiosas de poetas chilenos en el último tiempo) es como leer una “obra resumida”. En ese sentido los poetas no se equivocan nunca (en oposición a los narradores), nunca se caen, nunca defraudan, porque tampoco nunca dejaron de escribir un solo poema largo, eso consiguen hacer entender esas antologías.  

Leer este “resumen” de obra de Thomas me sirve para contar sobre un privilegio. Muchos de esos poemas (sobre todo de los primeros libros de Harris) yo no los leí, no, más bien los escuché, es decir, tengo en mis oídos la voz del poeta, imborrable, en los innumerables recitales formales en Concepción y los informales de amanecida.

En los mismos bares, la mesa de su casa en Chiguayante, en las mesas del “El castillo”, del “Yugo bar”, en todo Orompello, caminado, conversado. Nunca lo leí, ¿para qué? Sí escuché al santo bebedor de Concepción en tantas noches de charlas interminables, tanta lluvia, tanto cine alemán y tanto cine francés, tanto recital compartido, y más lluvia, tanto borracho, tanto puterío, tanta vereda caminada hasta el amanecer. Escuchar-leer poesía de esa forma es como para no olvidarla.

Qué pena entonces para los que lleguen a esta antología porque solo se tendrán que conformar con leer algunos de los mejores poemas de la literatura chilena actual (“París Texas”, “La calle última”, “Ars poética”, “El hombre que bebía demasiado”, todo “Cipango”, “El audaz”), pero no podrán escucharlos de amanecida en un bar de Conce y en los perdidos –en todo sentido- años 80.

En el mismo Río (Antología Personal)
Thomas Harris
Ediciones UDP; 2017