En medio de la pampa patagónica, una máquina pesada arremete contra un monumento que muestra el rostro tranquilo de Osvaldo Bayer diluyéndose fantasmagóricamente cuando la pala mecánica lo muerde y dobla, permitiendo que desaparezca la ilusión de encontrar en ese rostro la expresión de quien fuera fundamental para que la historia oficial argentina sufriera una estocada, sacando del silencio a la multitud de trabajadores asesinados en Santa Cruz en las primeras décadas del siglo XX.
Por tal osadía, los militares y la Triple A, comenzaron a acosar a Bayer, junto a muchas otras figuras intelectuales de la época. Pese a ello, su libro “La Patagonia Rebelde”, síntesis de los 4 tomos que componen “Los Vengadores de la Patagonia Trágica”, fue adaptado al cine, estrenándose en 1974, en medio de una tumultuosa etapa política, aprovechando un segundo de suspensión de la censura, lo justo para poder terminarla, pero no para difundirla en su país, pese a ganar el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín. Por ello, al momento mismo de su estreno, la Patagonia Rebelde, dirigida por Héctor Olivera, pasó a habitar entre los mitos del cine latinoamericano, condenadas por sendas dictaduras auspiciadas por el autoproclamado “País Libre” ubicado al norte de México.
A lo largo de las décadas, el compromiso inclaudicable de Osvaldo Bayer con la recuperación de las voces e historias obreras y el empeño en dejar en evidencia las mentiras a través de las cuales las clases dirigentes han intentado erigirse como guardianes de las buenas costumbres, lo mantuvieron en las listas de los más odiados, por gente tan limpia como Milei, Macri, Videla, Caputo y mucho antes Guido y Rauch… En fin, bellos seres ocupados únicamente de engrandecer a su país y mejorar la vida de sus habitantes ¿O no es así?…Sin embargo, Osvaldo Bayer, lejos de quedar olvidado, tras años de persecución y censura, logró transformarse en un ícono para nuevas generaciones de gente que, desde distintas disciplinas, tomaron la posta de trabajar por visibilizar acontecimientos históricos negados que ponen en evidencia la injusticia y violencia social como piedras angulares de la construcción del Estado Nación en Argentina, así como en el resto de Latinoamérica.
Por ejemplo, una historia que no se aborda en la película de 1974 (se dice que fue omitida por presión de los militares), pero sí destaca Bayer en su investigación, es la de las prostitutas de “La Catalana”, un burdel en la localidad de San Julián, que se negaron a “atender” a los soldados comandados por Héctor Benigno Varela, premiados por su superior con encuentros sexuales pagados por el Estado Argentino, tras su «buen desempeño», al fusilar a cerca de 1800 obreros.
Este episodio, parte del epílogo de la masacre, constituye una historia compleja y digna de contar, que da cuenta de la rebeldía y valor de las más despreciadas de las mujeres en el contexto de las estancias patagónicas. La obra, titulada “Las putas de San Julián”, dirigida por Rubén Mosquera, fue estrenada en 2013, itinerando por distintos lugares, contando entre su elenco con el mismísimo Osvaldo Bayer, que participó en el montaje, así como de algunas representantes del Sindicato de prostitutas de Argentina, que prestaron asesoría al director, a pedido de Bayer.
No pocos ven en la rebelión de las prostitutas ante los crímenes del ejército, un germen feminista, siendo relevante destacar como desde las entrañas del mundo popular, de la experiencia de ser una mujer pobre, prostituida, considerada menos que nada… surge la voluntad de afirmar la propia identidad a través del acto heroico de negarse a ser el premio para quienes sirven a los poderosos al punto traicionar brutalmente a su propia clase, llegando a ser ejecutores de una masacre. Tal como la protagonista del cuento de Maupassant, conocida como «Bola de Sebo», cuya figura fue adaptada por Chico Buarque en su canción Geni, o el Zeppelin, se trata de mujeres utilizadas como mercancía, que sorprenden a la gente «de bien» al demostrar límites morales que definen sus actos, más allá de las conveniencias.
Conociendo, aunque sea un poco del legado intelectual, artístico y político de Osvaldo Bayer, ver la imagen recortada en negro, cual silueta en papel, que muestra su rostro siendo mordido por una especie de dentadura de fierro es tan violenta que uno piensa que se encuentra ante algo inédito e irreal. Pero si se explora un poco más, sobre su trayectoria, la escena adquiere otro significado, pues esa imagen leve que se diluye en el paisaje patagónico, parece una metáfora de lo que ha sido el destino del personaje retratado, alguien que, como Antonio Soto, dirigente anarquista central en los sucesos de Santa Cruz, es porfiado e inaprensible, alguien capaz de ocultarse o perderse un tiempo, sólo para reaparecer mil veces, de las maneras más insospechadas. No por nada, ya en la primera de la seguidilla de dictaduras que marcaron la historia de Argentina, en 1963, Bayer sufrió la persecución y luego el destierro.
Su exilio fue consecuencia directa de la denuncia de Bayer contra los sectores oligarcas de su país, al denunciar públicamente que figuras como el General Roca o Federico Rauch, militar alemán que construyó su prosperidad gracias a la matanza y robo de tierras indígenas, no fueron próceres, sino asesinos y ladrones avalados por el Estado. Las consecuencias de esta denuncia, concretamente hacia Rauch, demostró empíricamente la continuidad del orden social establecido en el siglo XIX, pues Bayer fue arrestado por el propio bisnieto del «prócer», Enrique Rauch, ministro del interior de la dictadura que, al igual como hace hoy Milei, reivindicó las masacres de pueblos originarios y trabajadores organizados y los métodos ilegítimos para la apropiación de tierras argentinas por parte de extranjeros. No por nada, al ver la violenta destrucción del monumento dedicado a su padre, su hijo Esteban ha señalado que siente como si estuviera viviendo los peores momentos de la dictadura de las juntas militares.
Sin embargo, pese a la angustia que provoca la escena viralizada en redes, me parece muy certero el enfoque de su hija Ana, quien ha señalado en una entrevista reciente, que la imagen de su padre no desaparecerá, ni siquiera se debilitará con este acto brutal ordenado por Milei. Por el contrario, la violencia de la destrucción del monumento dedicado a su memoria contrasta con todo lo que él representa, dejando claro que las ideas verdaderamente libertarias siguen vigentes y por eso, aún aterrorizan a los que hoy se adueñan ilegítimamente de esa denominación; hablo de los supuestos “libertarios” que en realidad son acumuladores compulsivos que negocian la pobreza intentando borrar la historia sin saber que con ello muchos más, dentro y fuera de Argentina escucharán hablar de Osvaldo Bayer y algunos leerán, o verán la película Patagonia Rebelde, o alguno de los documentales dedicados a la obra de Bayer, e incluso, más de alguien escarbará en las fuentes que conducen a la historia negada, la de la injusticia, la del dolor, pero también de la rebeldía. La historia, el legado y la vigencia de la Argentina Rebelde.