Mono González

Algo tengo por ahí del Mono González, debe haber dos obras suyas, una es esta xilografía de 9 ejemplares, la mía es el número ocho. La siento haciendo continuidad con una estética tenue y muy nuestra, los grabados de Santos Chávez, algunos relieves de Pedro Millar o la Lira Popular. Si me acuerdo bien le compré una obra y él me regaló gentilmente otra, estaba el Mono, Alejandro González, en su puesto en el Galpón Víctor Manuel que es un persa un poco gentrificado.

Que le den el Premio Nacional de Arte me da un gustito no tanto por lo de brigadista o muralista o ramonista sino porque se lo merece, y es sacar un poco esos premios del ambiente malsano de las galerías, los curadores, las bienales, las escuelas de arte y los museos, que algo contribuyen a lo artístico pero no son todo y generalmente de tan vanguardistas que son no ven lo más cercano y van muchas veces a la rastra, el Mono González que ha hecho su propio camino es un ejemplo de ello.

Como digo a mí los murales en general no me gustan y más bien me irritan, es que son como mucho, toda una pared, y todo el tiempo… Incluso la Capilla Sixtina o las Estancias Vaticanas creo que quedaron con demasiado pintarrajeo, eso sí las ví hace ya mucho tiempo y en medio de una multitud, las multitudes no ayudan a sentir la belleza de manera natural, o sea bien Buonarotti y Sanzio, pero es mejor que la pintura vaya en una tabla o un lienzo y se pueda quitar o poner, como quien enciende y apaga la tele o el celular.

Los murales son, como género contemporáneo, muchísimos de ellos horrorosos y además cuesta mucho quitarlos, están como demasiado adheridos, se van deteriorando… en cuanto a su forma degradada, irresponsable y abusiva que es el graffiti, peor aun. O sea yo daría un fondart o un premio a los no murales, a quienes se abstengan

El Mono González, however, ha logrado cristalizar un sistema visual, un alfabeto gráfico local, muy chileno, hecho de colores patrióticos y revolucionarios, trazos contundentes como de vitraux, quizá podría hacer algo suyo en versión vitrales, creando un repertorio gráfico muy contundente y compacto de estrellas, perfiles, ojos, manos, palomas… ese repertorio fue durante los tiempos de Allende el equivalente visual de las músicas del Quilapayún, de las composiciones de Sergio Ortega y en general de lo que se llamó la Discoteca del Cantar Popular que era el sello Dicap. Hoy evocan el fracaso político, el hundimiento democrático, una vaga e imprecisa resistencia al sistema y la tenacidad en el error, que es el drama dialéctico de los comunistas, haber parido un producto fracasado, la UP, al que lloran incesantemente sin haber hecho ellos la autocrítica del caso tomando en cuenta lo que la realidad es más que lo que debería ser… desde la mirada narcisista los culpables son siempre otros.

Pero el Mono González ha logrado perseverar, y lo suyo es patrimonio nacional, aunque a los no allendistas no les guste mucho. Hacia 1971 lo acompañé a él y a sus brigadistas una noche a pintar murales, yo era un joven designer de la revista Ramona y me invitaron así es que fui, no me gusta nada pintar medio oscuro ni tampoco en murallas aparte que a mí las estrellas y las palomas no me conmueven así es que me dediqué a hacer unas caricaturas de Frei con una nariz infinitamente larga, una nariz fálica yo creo, los brigadistas eran de la Jota y muy amables, muy eficientes, en todo caso no volví a esas incursiones nocturnas.

Mis respetos y un abrazo para nuestro nuevo Premio Nacional de Arte Alejandro Mono González, y saludos a quienes desde el Jurado lo apoyaron.

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