Parece exagerado, pero nunca hay que mirar en menos el poder del movimiento del cuerpo y la expresión de la danza como experiencia mística, mas allá del simple placer de bailar en un local (o en estos tiempos bailar solos y encerrados).
Parece exagerado, pero nunca hay que mirar en menos el poder del movimiento del cuerpo y la expresión de la danza como experiencia mística, mas allá del simple placer de bailar en un local (o en estos tiempos bailar solos y encerrados).