Entonces la dorada estación se celebra a sí misma, liberando su perfume agudo de mundaneidad, que bendice en rareza este paraje. La quinta recoge su dulzura, rebosada de sí misma, y el verano abraza la manzana como ofrenda.
Entonces la dorada estación se celebra a sí misma, liberando su perfume agudo de mundaneidad, que bendice en rareza este paraje. La quinta recoge su dulzura, rebosada de sí misma, y el verano abraza la manzana como ofrenda.