Alice Guy: el hada y el cine

Hasta hace poco, casi nadie sabía de la existencia de Alice Guy, una mujer francesa nacida el 1 de julio de 1873 y fallecida en 1968. Que nació y murió en Francia pero vivió en distintos países, incluso en Chile, donde su padre tenía una editorial. Por supuesto, tampoco se sabía que antes de iniciar el siglo XX había una mujer haciendo cine, produciendo y dirigiendo. Esa mujer era Alice Guy, una de las primeras personas en tener acceso a una exhibición cinematográfica y fascinarse con las posibilidades creativas que ofrecía el cinematógrafo, tras ver una exhibición del nuevo invento, en 1895.

En su rol de secretaria de una empresa de fotografía, Alice fue invitada por los hermanos Lumière a una proyección especial junto a su jefe, Léon Gaumont. A partir de ese momento, Alice insistió en la importancia del invento, convenciendo a Gaumont de abrir una sección dedicada a producir películas, para mostrar a los clientes que adquirieran las cámaras, todas sus potencialidades. Logró encargarse del tema, para la empresa, pero, nótese, siempre que eso no le impidiera seguir desarrollando su trabajo de secretaria. Algo así como: “bueno, ahí tienes permiso para entretenerte, pero no demasiado”.

En ese contexto, Alice Guy se transformó en directora de cine, cuando aún no existía ese concepto. Así, al año siguiente de ver la proyección de los Lumière, realizó una película que, a todas luces, pese a todo lo confusa que es la cronología del cine, pareciera ser nada menos que la primera película que cuenta una historia ficcionada. Es decir, no es una captura de la realidad, de corte documental, como “obreros saliendo de la fábrica” de los hermanos Lumière, sino una película que narra una historia, en un espacio preparado de antemano, con actuación e incluso trucos. Además, aunque ahora nos parezca una nimiedad, esta película ficcionada fue la primera en durar más de un minuto. Porque claro, hablamos de 1896.

En este punto, merece la pena hablar del contenido de esa primera historia narrada del cine, sus personajes, locaciones y trama. Primero que nada, hay una protagonista femenina, aunque no es humana, sino un hada. Segundo, la acción transcurre en una huerta, como decimos en Chile, o un huerto, como dicen en otros lados. Aparte del hada vemos, entonces, repollos, o coles, es decir, plantas comestibles. Pero luego vemos a niños recién nacidos, que, hábil e incluso bruscamente, el hada manipula, exhibiéndolos en el suelo, a medida que los retira del interior de los repollos. Se trata de una adaptación al lenguaje cinematográfico de una leyenda popular francesa que afirma que los niños nacen de los repollos, mientras que las niñas de las rosas.

Es una historia muy simple, ciertamente, pero que nos permite reflexionar en torno a varios asuntos, al mismo tiempo. Primero, ¿Cuántas películas son protagonizadas por mujeres, incluso hoy, en proporción con las protagonizadas por hombres? ¿Son las huertas espacios comunes en las historias que nos ha contado y nos cuenta el cine? Y podríamos seguir ¿Es idea mía o las personas recién nacidas son incluso menos comunes en el cine que las muy ancianas?

En resumen, la primera película realizada con la intención de contar una historia parece bastante alejada de lo que, históricamente, ha dominado la escena: protagonistas masculinos, demostraciones de fuerza física o potencia tecnológica (o ambas cosas combinadas), conflictos que se resuelven cuerpo a cuerpo o con armas, entre personas adultas o jóvenes. En cuanto a los espacios, ocurre algo similar, es mucho más común que las películas nos sitúen en lugares agrestes o en espacios construidos, pero no en esos espacios intermedios, privados, cercados pero abiertos al cielo, como son los patios y las huertas. Quizás porque, tradicionalmente, esos espacios han sido asociados a las mujeres, las personas ancianas, los niños y las niñas.

De Alice Guy podríamos hablar mucho, pero ya habrá ocasión, además de que en este momento su memoria está siendo recuperada, en buena medida gracias a un documental muy interesante, producido por la mismísima Jodie Foster. Así es que, con toda seguridad se podrá saber cada vez más sobre su vida y obra. Es que, claro, aunque el reconocimiento llegue con enorme retraso, era imposible que no llegara, pues hablamos de una mujer que produjo y dirigió alrededor de mil películas, innovó permanentemente e inventó géneros, algunos muy queridos por los hombres más machos del siglo XX, irradiándose fuertemente desde Hollywood, como el Western y el Policial. Además, fue la primera en rodar una película con un elenco completo de personas de origen afro, en USA.  Pero hoy podríamos partir por reconocer todo lo que fue capaz de entregar en poco más de un minuto. Porque, El Hada de los Repollos, incluso ahora, es una película al margen de los estándares dictados desde el machismo, el edadismo (que privilegia a la juventud o la adultez, por sobre la ancianidad y la niñez) y, finalmente, el positivismo (que valora la tecnología y la riqueza material por sobre todas las cosas). En contraste, nos conecta con las tradiciones, la oralidad y los espacios domésticos menos pretensiosos, aunque finalmente, esenciales, pues se ajustan a ritmos naturales y permiten la continuidad de la vida.

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